En una jornada legislativa marcada por la tensión, la sesión del Senado de la República culminó con un violento altercado que involucró al líder nacional del PRI, Alejandro «Alito» Moreno. El incidente se desató al finalizar la jornada, cuando Moreno agredió físicamente al senador del Partido del Trabajo (PT), Gerardo Fernández Noroña, y a un miembro de su equipo de trabajo.
El enfrentamiento escaló rápidamente después de que se entonara el Himno Nacional. Moreno se acercó a Noroña, increpándolo con gritos de «¡Eres un pinche cobarde!» y reclamando que no se respetó el orden del día. A pesar de los intentos de Noroña de evitar la confrontación, la situación se tornó caótica cuando Moreno lo tomó del brazo y lo agredió con golpes y empujones. El caos se extendió más allá de los dos políticos, con la intervención de otros legisladores, como Carlos Eduardo Gutiérrez Mancilla del PRI, quien golpeó a un miembro de la mesa directiva.
Este suceso, que provocó reacciones de ambos lados, puso de manifiesto la polarización en el ambiente político. En una conferencia de prensa posterior, Moreno intentó justificar su agresión, argumentando que actuó en defensa de las mujeres, a quienes supuestamente Noroña había insultado. «Ahí sí es hombre, ¿no? Gritarle a una mujer. Que venga aquí para que le pegue yo sus chingadazos a ese cabrón y le enseñemos que a las mujeres se les respeta», declaró Moreno, una justificación que ha sido ampliamente criticada.
Este incidente ha escalado más allá del recinto legislativo, provocando un intenso debate sobre las acciones de los legisladores y las posibles consecuencias legales y políticas.
La agresión ha reavivado el tema del desafuero de Alito Moreno, un proceso que ha enfrentado previamente por señalamientos de corrupción. La conducta violenta de Moreno en el Senado podría añadir más presión a este proceso, sugiriendo una falta de idoneidad para ocupar un cargo público.
Por otro lado, este evento también ha tenido un impacto en la dinámica interna del Senado. Se ha cuestionado la decisión de que el PAN no dirija la mesa directiva del Senado, lo que algunos ven como un factor que contribuyó a la falta de control y al aumento de la tensión en la sesión. La agresión de Moreno se ha interpretado como una muestra de la fragilidad en la gobernabilidad interna, exacerbada por la disputa por la dirección de la mesa directiva.
Este altercado ha puesto en evidencia la violencia en el ámbito político y las consecuencias de la polarización. El incidente ha generado un fuerte debate sobre la necesidad de establecer límites claros en la conducta de los legisladores y ha dejado claro que las repercusiones de este suceso continuarán resonando en la política mexicana.
Con información de Infobae
