Carole Germain, una exquiosquera de 46 años, ha encontrado un nuevo camino en la vida: cuidar las pezuñas de los cerdos domésticos en toda Francia. “Es todo un éxito”, dice Germain, quien se sorprende al descubrir que no es la única dueña de un cerdo en el país. “Los cerdos de sofá están por todas partes. Somos miles en Francia”, comparte entre risas.
En junio de 2020, Germain compró impulsivamente a “Couscous”, un cerdo de 60 kilos que pasa sus días durmiendo la siesta entre su bar-quiosco y su domicilio en Brest, en el oeste de Francia. “Duerme en mi cama”, dice Germain, “Bueno, en realidad, soy yo la que duerme en su cama, porque si me muevo demasiado, gruñe y hasta llega a pellizcarme”.
Su amor por los cerdos la llevó a vender su negocio de cigarrillos y a dedicarse a la podología porcina desde mediados de 2023, después de recibir formación de una experta neerlandesa. Durante los fines de semana y las vacaciones, Germain recorre Francia con “Couscous” y dos mastines italianos en su furgoneta, llamada “Pédichon”, para brindar “bienestar” a decenas de animales.
“En el sur, hice 5.500 kilómetros y atendí a 43 cerdos”, asegura Germain. “Es todo un éxito y un placer. La gente que me encuentro es muy amable y acogedora”.
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En Brest, Germain tiene una cita con Scooby, un cerdo negro de casi 80 kilos. Además de la pedicura, Scooby recibirá una limpieza de orejas
Con información de Milenio
