Una creciente preocupación embarga a la comunidad científica y conservacionista ante el alarmante número de ballenas grises encontradas muertas en las aguas del Pacífico mexicano en lo que va de 2025. Con un total de 91 ejemplares fallecidos, esta cifra supera el máximo histórico registrado en 2020, cuando se contabilizaron 88 muertes, marcando un nuevo y preocupante pico dentro del denominado «Evento de Mortalidad Inusual» (UMI) declarado en 2019.
La noticia, confirmada por el doctor Jorge Urban Ramírez, del Programa de Investigación de Mamíferos Marinos (PRIMMA) de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), llega acompañada de otro dato igualmente sombrío: solo se han registrado 69 nacimientos este año, la cifra más baja hasta la fecha.
El UMI, que comenzó a manifestarse en 2019, ha mantenido en alerta a los investigadores, quienes han observado un deterioro en la salud de las ballenas grises desde 2018. «Desde 2018 comenzamos a ver ballenas más flacas y más muertes», explicó el doctor Urban, evidenciando una tendencia que, si bien mostró una ligera disminución en los años posteriores a 2020 (55 muertes en 2021, 54 en 2022, 36 en 2023 y 29 en 2024), ha repuntado drásticamente en el presente año.
Las causas exactas de este incremento en la mortalidad aún están bajo investigación, pero los científicos apuntan a la disminución en la disponibilidad de alimento en las zonas de alimentación árticas como un factor clave. El derretimiento del hielo marino, consecuencia directa del cambio climático, impacta negativamente en el crecimiento de las algas, base de la cadena alimenticia de las presas de las ballenas grises.
«Sin hielo no crecen algas, sin algas no hay alimento para sus presas, y por lo tanto no hay comida para las ballenas», detalló Urban, ilustrando la compleja conexión entre el calentamiento global y la salud de estos majestuosos mamíferos marinos.
La preocupante situación se agrava al considerar la disminución significativa de la población de ballenas grises. Según datos del PRIMMA, en 2016 se estimaba una población de alrededor de 24,000 individuos, mientras que para 2022 esta cifra se había reducido a aproximadamente 14,000, lo que representa una pérdida de más del 30% en tan solo seis años.
Esta vulnerabilidad, sumada al debilitamiento físico provocado por la falta de alimento, hace a las ballenas grises más susceptibles a enfermedades, colisiones con embarcaciones y ataques de depredadores naturales como las orcas.
Ante este panorama crítico, la comunidad científica y las organizaciones conservacionistas urgen a las autoridades mexicanas a reconsiderar el estatus de protección de la ballena gris, elevándolo de «protección especial» a «especie amenazada» dentro de la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT. Esta medida podría fortalecer las acciones de conservación y los esfuerzos para comprender y mitigar las causas de esta alarmante mortalidad.
El futuro de la ballena gris en el Pacífico mexicano pende de un hilo. La comunidad internacional observa con atención la evolución de esta crisis, consciente del valor ecológico y la importancia de estos cetáceos en el ecosistema marino. Se espera que se intensifiquen las investigaciones y se implementen medidas urgentes para proteger a esta emblemática especie.