Migrantes varados en la frontera norte de México han levantado la voz contra lo que describen como un incremento en las agresiones por parte de la Guardia Nacional de Texas. Según los testimonios recogidos, los guardias han recurrido al uso de balas de goma y gas pimienta, incluso cuando las personas afectadas se encuentran en territorio mexicano.
Francisco Galicia, un migrante venezolano con un año de residencia en Ciudad Juárez, compartió su experiencia de intentar cruzar el río Bravo. Galicia relató cómo fue atacado con balas de gas pimienta por agentes texanos mientras intentaba solicitar asilo en Estados Unidos. «No nos podemos acercar porque nos disparan con bolitas que causan picazón, ardor en la cara y dificultad para respirar», dijo Galicia, quien también mencionó el uso de bombas lacrimógenas por parte de los agentes.
La situación se agrava con la amenaza constante del crimen organizado en México, que según reportes, exige rescates de hasta 3 mil dólares por la liberación de secuestrados. Esta doble amenaza deja a los migrantes en una posición vulnerable y desesperada.
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A pesar de las recientes declaraciones del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, sobre una supuesta moderación en la postura del gobernador de Texas, Greg Abbott, respecto a la política migratoria, los hechos parecen contar una historia diferente. Los migrantes enfrentan un trato hostil, sin distinción de género o edad, y las madres y niños son particularmente afectados.
Este panorama sombrío en la frontera refleja la complejidad y la urgencia de abordar la crisis migratoria con humanidad y respeto por los derechos de todas las personas involucradas.
Con información de Milenio