La confirmación de la construcción de un cuarto muelle para cruceros en Cozumel, a pesar de la férrea oposición ambientalista, ha desatado una ola de preocupación por el futuro de sus prístinos arrecifes de coral. El anuncio, realizado por José Luis Cervantes, vocero de Muelles del Caribe, la empresa detrás del proyecto, se da tras la resolución de un amparo que falló a favor de la compañía, encendiendo las alarmas sobre el peligro inminente que esta infraestructura representa para el valioso ecosistema marino de la isla.
Si bien el proyecto cuenta con el respaldo de cámaras empresariales como Canaco, Coparmex y Canirac, así como sindicatos como CTM y CROC, la crítica principal se centra en el impacto devastador que un cuarto muelle podría tener en los delicados arrecifes de coral y la rica biodiversidad marina que hacen de Cozumel un destino de fama mundial.
Muelles del Caribe defiende la ubicación del proyecto, asegurando que se construirá dentro de una «Área de Comunicación Marítima» definida por el gobierno mexicano y la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp). Según Cervantes, el muelle no invadirá el Área Natural Protegida del sur, el Área de Protección de Flora y Fauna del norte, ni la Reserva de la Biosfera. Sin embargo, los ambientalistas y científicos advierten que cualquier construcción de esta magnitud en las proximidades de estas zonas protegidas es una sentencia para los arrecifes. La actividad constante de los barcos, el anclaje, la contaminación por combustibles y aguas residuales, y la alteración de las corrientes marinas son solo algunos de los factores que podrían degradar irreversiblemente estos ecosistemas vitales.
Otro punto de discordia es el consumo de agua. Ricardo Segovia, miembro del Consejo Coordinador Empresarial, ha negado que los nuevos cruceros vayan a agotar las reservas de agua dulce de la isla, argumentando que los navíos modernos están equipados con plantas desalinizadoras. José Luis Cervantes también afirmó que Muelles del Caribe cuenta con su propia planta desaladora en la isla. No obstante, los opositores recalcan que el aumento exponencial de la afluencia turística que un cuarto muelle traería consigo, sumado a la infraestructura terrestre necesaria, ejercería una presión insostenible sobre los recursos naturales limitados de Cozumel y su capacidad para manejar los desechos, afectando indirectamente la salud del ecosistema marino.
La empresa subraya que el proyecto fue avalado por el gobierno federal en diciembre de 2020, bajo la administración de Andrés Manuel López Obrador, como una obra clave para la reactivación económica. Respecto a las recientes declaraciones de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien sugirió que el proyecto no tenía permisos, Cervantes aclaró que la presidenta se refería a una solicitud de ampliación de SSA de México, insistiendo en que Muelles del Caribe sí cuenta con las autorizaciones necesarias para su construcción.
A pesar de las garantías y el respaldo económico, los grupos ambientalistas y ciudadanos preocupados continúan alzando la voz, advirtiendo que la construcción de un cuarto muelle es una decisión miope que prioriza el beneficio económico a corto plazo por encima de la salud a largo plazo de uno de los tesoros naturales más importantes de México.
Con información de Esquema Cozumel