La ola de violencia en la región de Tierra Caliente, Michoacán, alcanzó un nuevo punto crítico la madrugada del sábado 1 de noviembre, con el asesinato de Alejandro Torres Mora, productor de limón y sobrino del emblemático exlíder de las autodefensas Hipólito Mora Chávez, y de su esposa, identificada como una residente recién llegada de Estados Unidos.
El doble homicidio ocurrió en el domicilio de la pareja, ubicado en La Ruana (tenencia Felipe Carrillo Puerto) del municipio de Buenavista. Reportes preliminares atribuyen el ataque a presuntos integrantes del grupo delictivo conocido como “Los Viagras”, quienes habrían irrumpido violentamente en la vivienda para abrir fuego.
Familiares de Torres Mora, apodado cariñosamente “Cano”, han exigido una investigación a fondo por parte de las autoridades, al denunciar que la pareja, ambos con residencia en Estados Unidos, fue presuntamente torturada antes de ser ultimada.
La escalada de tensión tras el incidente se vio reflejada en el operativo de seguridad implementado en la zona. Dos elementos del Ejército Mexicano y un agente de la Subsecretaría de Investigación Especializada resultaron gravemente heridos, aunque hasta el momento, las autoridades no han detallado las circunstancias ni la naturaleza de su participación en los hechos que derivaron en sus lesiones.
El asesinato de Alejandro Torres Mora se inscribe en el contexto histórico de violencia que ha marcado a la familia Mora y a la región de Tierra Caliente. Su tío, Hipólito Mora Chávez, fue una figura central y controversial en la lucha contra el crimen organizado en Michoacán.
En 2013, ante la inacción institucional y el dominio de cárteles como Los Caballeros Templarios, Mora se levantó como fundador del primer grupo de autodefensas en La Ruana. Este movimiento civil armado, que buscaba proteger a la población de extorsiones y secuestros, se expandió rápidamente, aunque con el tiempo fue minado por divisiones internas y conflictos con autoridades y otros grupos delictivos.
El propio Hipólito Mora fue asesinado en junio de 2023, en un ataque directo y de alto impacto que puso en evidencia la persistente vulnerabilidad de quienes desafían el poder de los cárteles en la región.
El homicidio de su sobrino «Cano» Torres Mora reitera la preocupante permanencia del asedio criminal en la zona y subraya el alto costo que pagan los líderes y sus familias en la confrontación con el crimen organizado.
Con información de Milenio
