El brutal asesinato de Brian Thompson, director ejecutivo de UnitedHealth, ha sacudido los cimientos del mundo corporativo estadounidense. Desde el ataque ocurrido en Midtown Manhattan, los ejecutivos de grandes empresas viven bajo una constante amenaza, lo que ha desencadenado una carrera por reforzar las medidas de seguridad.
Las empresas de seguridad privada han experimentado un aumento exponencial en la demanda de sus servicios. «Las líneas telefónicas están saturadas», afirma Keith Wojcieszek, jefe global de inteligencia de Kroll. La preocupación es palpable, especialmente en el sector de la salud, que ha sido señalado como un posible blanco.
«Las empresas quieren elevar su nivel de seguridad. El sector de la atención sanitaria es ahora el objetivo, pero ¿quién será el siguiente?», se pregunta Wojcieszek.
La incertidumbre se ha apoderado de los ejecutivos, quienes están siendo instados a adoptar medidas extremas para protegerse a sí mismos y a sus familias. Reducir la «huella digital», incrementar el personal de seguridad y reforzar los protocolos de protección en sus residencias son algunas de las acciones que se están tomando.
Sin embargo, la creciente notoriedad del caso también plantea nuevos riesgos. La reacción positiva del público hacia Thompson y la amplia cobertura mediática han generado preocupaciones sobre el riesgo de ataques imitativos. «La posibilidad de que se produzcan imitaciones aumenta drásticamente», advierte Seth Krummrich, coronel retirado del ejército estadounidense y actual vicepresidente de Global Guardian.
«Hay informes de chicas que lo adoran. Esta notoriedad puede dar lugar a imitadores. Y admitámoslo, algunos líderes empresariales son vulnerables», coincide Eduardo Jany, vicepresidente sénior de seguridad y protección global de News Corp.
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La ola de miedo que ha generado el asesinato de Thompson ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de los ejecutivos y la necesidad de replantear las medidas de seguridad en el mundo corporativo. A medida que las empresas buscan proteger a sus líderes, la pregunta que surge es: ¿hasta dónde están dispuestos a llegar para garantizar su seguridad?
Con información de Milenio
